Durante millones de años, los seres humanos hemos trabajado durante el día y dormido durante la noche. Esto es debido a que nuestro funcionamiento está regulado por un reloj biológico que posee un patrón predecible de 24 horas.
Este reloj es el responsable de controlar todos los mecanismos de nuestro cuerpo, tales como los ciclos de sueño y alerta, el metabolismo, la producción de hormonas, la división celular y otros muchos procesos fisiológicos. Los científicos han denominado estos ciclos cómo “ritmos circadianos”, y son el motivo por el cual nos da sueño todos los días a una hora similar, hambre a la hora de almuerzo y comida e incluso tenemos una idea de cuánto tiempo ha transcurrido sin mirar un reloj.
Nuestros cuerpos dependen del Sol para restablecer este ciclo y mantenerlo en precisamente 24 horas. La luz (y la oscuridad) son señales importantes para el ciclo. Este ritmo circadiano se ha desarrollado durante tres mil millones de años a medida que la vida evolucionó en la Tierra, en el contexto del ciclo de día / noche del Sol. Se construye profundamente en nuestra composición genética.
El reloj circadiano se ubica en el núcleo supraquiasmático (NSQ), localizado en nuestro cerebro. Cuando la retina del ojo percibe luz, o al contrario, percibe oscuridad, genera señales que llegan al NSQ el cual envía órdenes a diversas partes del cerebro.
LO QUE SUCEDE EN LA NOCHE
Cuando la retina del ojo percibe ausencia de luz, envía una señal al NSQ el cual manda una orden a la glándula pineal para que active la producción de melatonina y serotonina, hormonas que inducen el sueño y generan una sensación de tranquilidad y bienestar y provocan que nos quedemos dormidos.
Adicionalmente, se frena la producción de hormonas estimulantes como la adrenalina, noradrenalina y dopamina, lo que disminuye la atención y capacidad cognitiva. Durante la noche se reducen también la presión arterial, la temperatura y el metabolismo.
LO QUE SUCEDE DURANTE EL DÍA
Cuando el sol sale por la mañana, la retina del ojo percibe luz azul (por ejemplo el cielo), envía una señal al NSQ quien ordena a la glándula pineal que disminuya la producción de melatonina y serotonina, y aumenta la producción de las hormonas estimulantes (cortisol, adrenalina y noradrenalina) lo que produce un estado de alerta, capacidad de concentración, energía física, precisión y capacidad de resolver problemas. La presión arterial también aumenta durante la mañana, así como el metabolismo.
Es por esto que cuando estamos expuestos a luz artificial de noche, particularmente luz azul, nuestro reloj biológico continua reprimiendo la producción de melatonina, y por consecuencia dormimos menos horas y nuestro sueño es de peor calidad.
Trabajar en sistemas de turnos con horarios irregulares y dormir de día, una práctica recurrente en las operaciones de transporte, también desincroniza nuestro reloj biológico dado que este no es capaz de identificar cuando tiene que dormir o trabajar.
Por esto es crucial entender cómo funciona nuestro cuerpo para poder entender cómo regular nuestra fatiga humana, y en particular aceptar que nunca podremos luchar contra nuestra biología.