Además de lo anterior, la falta de sueño también es un problema de salud pública. Según un artículo de la BBC, la Asociación Mundial de Medicina del Sueño informó que este fenómeno constituye una epidemia global que afecta la calidad de vida y la salud de más del 45% de la población global.
La falta de descanso no es una enfermedad por sí sola, sino que es el detonante de varias enfermedades y afecciones asociadas a la falta de sueño y fatiga. Entre las principales consecuencias de esto, vale la pena destacar:
De acuerdo con un estudio de la Clínica Mayo, durante el sueño liberamos algunas proteínas llamadas citoquinas que deben aumentar cuando padecemos una infección o inflamación. Sin embargo, si no dormimos lo suficiente no se producen en el nivel que el organismo las necesita. Además, los anticuerpos y células que combaten las enfermedades infecciosas se reducen durante los períodos de sueño precario. Todo esto deriva en un sistema inmunológico más débil.
La precariedad en el sueño duplica las posibilidades de morir de una enfermedad cardiaca o cardiovascular.
No dormir lo suficiente estimula la producción de la hormona del hambre (la grelina) y limita la hormona que se encarga de saciarla (la leptina). En consecuencia, aumenta el deseo de comer y el riesgo de sufrir obesidad.
Varios estudios señalan que al dormir mal o poco generamos mayor resistencia a la insulina. Esto le dificulta a nuestro organismo regular el azúcar y eleva el riesgo de sufrir diabetes, una enfermedad que puede derivar en la muerte si no se atiende a tiempo.
Una investigación de la Sociedad Americana del Cáncer estableció que la falta de sueño incrementa el riesgo de sufrir ciertos tipos de cáncer, como el de mama y el colorrectal.
La falta de sueño y fatiga afecta nuestra capacidad cognitiva, disminuyendo nuestra memoria, concentración, creatividad, capacidad de aprendizaje y habilidades de pensamiento de alto nivel y resolución de problemas.
La privación del sueño está estrechamente ligada con la salud mental. Los problemas de este tipo pueden contribuir al desarrollo de trastornos psiquiátricos y son comunes en pacientes con ansiedad, bipolaridad, depresión y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Estas son solo algunas de las enfermedades y riesgos asociados a la privación del sueño, puesto que también se asocian a este fenómeno problemáticas como:
Por eso, lo mejor que podemos hacer al respecto es tomar conciencia de las graves consecuencias que tienen la falta de sueño y fatiga, y empezar a desarrollar estrategias para combatir este trastorno. En ese sentido, herramientas como Gauss Control permiten a las empresas monitorear el nivel de fatiga de los trabajadores que se desempeñan al volante, siendo una herramienta indispensable para velar por la seguridad de las personas y, así, resguardar la productividad de la fuerza de trabajo.